Puente de la 17: Un llamado a la transparencia, evaluación profunda y responsabilidad compartida

En este artículo, un ingeniero civil reflexiona con responsabilidad ética sobre el estado del Puente de la 17, ante señales visibles de deterioro. Sin emitir acusaciones, plantea la necesidad de diagnósticos estructurales profundos, transparencia técnica y comunicación ciudadana clara. Defiende la prevención como deber profesional y hace un llamado a priorizar la vida sobre lo cosmético. Una voz técnica al servicio del interés público.

Ing, Andres Nova

4/12/20252 min read

Artículo de Opinión Técnica

Puente de la 17: Un llamado a la transparencia, evaluación profunda y responsabilidad compartida
Por: Ing. Andres Nova, Ingeniero Civil

En cualquier país del mundo, la infraestructura pública es reflejo del nivel de compromiso que existe con la vida humana, la movilidad segura y la sostenibilidad urbana. Pero cuando se trata de puentes (estructuras que literalmente sostienen el tránsito diario de miles de ciudadanos), la responsabilidad técnica y moral adquiere una dimensión aún mayor.

En los últimos días, la atención pública ha recaído sobre el estado del Puente Francisco del Rosario Sánchez (Puente de la 17), a raíz de imágenes que circulan mostrando signos visibles de deterioro: corrosión en zonas nodales, recubrimientos desprendidos y oxidación en puntos críticos.

Como ingeniero civil y ciudadano responsable, sin formar parte de ninguna institución oficial ni representar a gremios profesionales, me siento moralmente obligado a emitir una opinión no vinculante ni concluyente, pero sí fundamentada en principios técnicos y de interés colectivo.

1. El deterioro estructural visible nunca debe ser subestimado

Cuando una estructura metálica expuesta a condiciones ambientales severas presenta pérdida de recubrimiento y oxidación visible, es razonable inferir que podrían existir procesos de debilitamiento en su interior que requieren ser confirmados mediante estudios técnicos. No basta con una evaluación visual ni con criterios estéticos; lo que se necesita es diagnóstico estructural integral.

2. La seguridad no se pinta: se calcula, se refuerza y se certifica

Aunque las labores de repintado ayudan a proteger la estructura a futuro, no pueden considerarse mantenimiento estructural en sí mismas. El repintado sin intervención previa sobre nudos oxidados podría incluso ocultar zonas afectadas, postergando decisiones urgentes.

3. El Estado debe comunicar con evidencia técnica, no solo con confianza

Toda declaración institucional sobre seguridad estructural debe estar respaldada por informes técnicos disponibles para consulta ciudadana, con nombres, fechas, responsables, métodos y hallazgos. Eso no solo fortalece la confianza pública, sino que reduce el espacio para la especulación o la desinformación.

4. No se trata de alarmar, sino de prevenir. Y prevenir es el deber más alto de cualquier profesión técnica.

Este artículo no tiene la intención de señalar culpables ni de afirmar que la estructura es insegura, pero sí plantea una pregunta que todo profesional ético se haría: ¿hemos hecho lo suficiente para garantizar que el puente no representa un riesgo latente?

Como ingeniero formado para velar por la seguridad estructural, y como dominicano preocupado por la vida de mis conciudadanos, hago un llamado sereno y respetuoso a que este caso no se quede en el plano político ni cosmético. Que sea, más bien, una oportunidad para revisar nuestros protocolos de mantenimiento estructural, nuestras políticas de evaluación periódica y nuestra forma de comunicar la seguridad a quienes confían su vida a estas obras cada día.

Porque los puentes, más que estructuras, son compromisos silenciosos con la vida. Y cuando esos compromisos se debilitan, la técnica debe hablar, con firmeza pero con respeto.