“El otro lado del río”
“El otro lado del río” es una crónica que retrata, con lirismo y crudeza, la vida cotidiana en Santo Domingo Este, lejos de los focos mediáticos y la retórica oficial. A través de escenas reales —el motoconcho, la fritura, la lluvia que inunda y el niño que esquiva charcos—, se construye una narrativa en la que el municipio no es solo una demarcación política, sino una historia viva de resistencia popular. El texto evita acusaciones directas y, en cambio, pone el foco en los símbolos del abandono: calles rotas, escuelas sin techos, promesas olvidadas. Todo narrado desde la voz de un testigo que ama su municipio pero no lo idealiza.
ARTEPOLITICA Y SOCIEDADGOBERNANZA
Observatorio Municipal
5/19/20252 min read


Artículo: “El otro lado del río”
En Santo Domingo Este, el sol no sale: resbala. No brilla: arde. Y en vez de anunciar esperanza, lo que despierta es cansancio.
La mañana comienza con un ruido seco: una guagua frenando en doble vía, un motoconcho gritando el precio, un niño esquivando un charco como si fuera un abismo. Nadie lo ve, pero todos lo viven. Porque este municipio no se mira: se sobrevive.
Aquí, cruzar el puente Juan Bosch no es pasar de un lado a otro: es cambiar de país sin pasaporte. En la capital los carros flotan sobre el asfalto liso. Aquí, el mismo asfalto es una ruina en cuotas.
Y sin embargo, la vida insiste.
En Los Mina, doña Carmen monta su puesto de fritura cada tarde como si fuera un altar. Con aceite caliente y fe, le saca sabor a un sistema frío. En Invivienda, un joven le mete poesía a los baches desde su bocina, rapeando la rabia del barrio. En Mendoza, una profesora enseña a leer debajo de una mata de mango porque en la escuela llueve más adentro que afuera.
El municipio invisible
Santo Domingo Este no tiene drenaje, pero tiene dignidad.
No tiene aceras, pero tiene vecinos que se saludan.
No tiene cultura urbana, pero tiene memoria barrial.
El problema no es solo la basura, sino lo que no se recoge: promesas, presupuestos, compromisos.
Cuando el Ayuntamiento habla de remodelar rotondas, la gente piensa en cómo sacar el agua de la sala.
Cuando anuncian un “parque moderno”, lo que hace falta es un hospital decente o una ruta que funcione de noche.
Una ciudad con voz, pero sin eco
El pueblo habla. Todos los días. Pero el eco no rebota en la sala del cabildo.
Allí se reza, se canta, se predica… pero no se gobierna.
La política aquí parece un reality show. Pero la pobreza, esa sí es real.
¿Y qué hacemos entonces?
Lo de siempre: esperar.
A que nos escuchen. A que nos asfalten. A que nos inviten a la toma de decisiones que pagamos con impuestos, con fe y con paciencia.
Pero Santo Domingo Este ya no quiere esperar: quiere planificar. Quiere decidir. Quiere valer.
Un llamado con ternura
Esto no es un ataque ni una queja. Es un poema herido.
Es un retrato hablado de un municipio que no cabe en un render ni en una nota de prensa.
Santo Domingo Este no quiere caridad ni carisma: quiere derecho a vivir con dignidad.
Porque si cada calle cuenta una historia, este municipio es una novela sin editor… pero con millones de autores esperando el capítulo donde las cosas cambien.
No pedimos milagros. Solo urbanismo.
No pedimos prédicas. Solo políticas.
No pedimos shows. Solo soluciones.
“El otro lado del río también es República Dominicana. Pero a veces, no lo parece.”
#SantoDomingoEste
#CrónicaUrbana
#ElMunicipioQueResiste